Crédito como Común Cercado (I)
Por Kevin Carson. Artículo original: Credit As an Enclosed Commons del 23 de marzo de 2020. Traducido al español por Camilo Salvadó.
Cuando parásitos como Jeff Bezos o Elon Musk son atacados desde la izquierda, el resultado es tan seguro -y mucho más rápido- que el regreso del Cometa Halley. Sin falta, vemos un enjambre de voces de conservadores, libertarios y centristas furiosos -desde editoriales financiados por Koch y columnas de Stossel, hasta comentarios-chinche del New York Times y lamebotas de Twitter- señalando que Bezos y Musk son “creadores de valor”. Entonces, examinemos ese valor que crean ¿podemos?
¿Elon Musk tuvo la idea del auto eléctrico, de la batería de iones de litio? ¿Diseñó personalmente una versión o algún componente mejorados, de ambos? No. Lo único semi original que puede asociarse personalmente con el genio creativo de Elon en algún sentido real, es un disparatado e inviable sistema de túneles subterráneos que solo impresiona concejos municipales y sicofantes de Twitter.
Cada auto salido de las tiendas de Tesla, cada componente -cada fábrica de Tesla, si a eso vamos- fue construido por alguien distinto a Musk, usando materiales previamente moldeados y en última instancia, extraídos de la tierra por alguien diferente a Musk. La idea de hacer un vehículo eléctrico más eficiente, hacer una batería más eficiente o producirlas más eficientemente, se le ocurriría a la mayoría de personas remotamente familiarizadas con la existencia de los autos eléctricos.
Aunque las ideas específicas para lograr esas metas, o las rutas de investigación y desarrollo más prometedoras, puedan surgir de un grupo más reducido de personas vinculadas a la industria de autos eléctricos, apuesto a que cualquier ingeniero de diseño de Tesla tuvo mejores ideas concretas sobre estos asuntos que Musk.
Lo mismo con Bezos. Almacenes automatizados con rastreo RFID, cadenas logísticas automatizadas y compras en línea existían antes de Amazon. Walmart fue pionero en mucho de ese modelo de negocios -no la familia Walton, sino los ingenieros y expertos en logística contratados para ello- y conectarlo todo, no fue una idea de una-vez-por-siglo esperando por un genio visionario del nivel de Jeff Bezos.
No. Ni el trabajo productivo, los materiales, los diseños, ni siquiera las partes de conceptos generales que requerían trabajo y experiencia y que no eran obvias para nadie, fueron obra de Musk o Bezos. La única razón por la que hoy se habla de ellos con reverencia es que tenían dinero o estaban en condiciones de ser escuchados por quienes lo tenían. Poner las cosas en marcha requería dinero para encender la bomba.
Un flujo constante de bienes y servicios va desde aquellos cuyo trabajo los produce hasta quienes los consumen, con los trabajadores de una industria proveyendo a los de otra con los bienes necesarios para su consumo vital, a la vez que estos últimos producen bienes para el consumo de trabajadores en otras industrias.
En ningún paso del proceso un bien material proviene de otra cosa que el trabajo humano o de los regalos de la naturaleza. En ningún paso Elon Musk o Jeff Bezos levantan un dedo extrayendo materiales del suelo, transformándolos en bienes o transportándolos para alguien.
Lo que tenemos, en términos funcionales -lo que en el mundo invertido de la ideología capitalista se representa como Musk y Bezos “creando valor” a través de sus “inversiones”- es un sistema en el que los trabajadores constantemente adelanten los productos de su propio trabajo mediante un sistema de crédito mutuo.
Esa función de adelantar liquidez, de encender la bomba, es una función social que podría realizarse cooperativamente. No hay valor acumulado involucrado, solo un constante flujo horizontal de bienes y servicios de un grupo de trabajadores a otro, mientras los producen.
Las ideas podrían ocurrírsele a cualquier cantidad de gente, todos los materiales y el trabajo provienen de personas distintas a Musk y Bezos, y en un mundo más racional, toda la operación podría haberse puesto en marcha para beneficiar a los productores y consumidores de los bienes, sin que Musk o Bezos descremen sus cien billones de arriba del vaso, obligando a sus trabajadores a vivir en autos y orinar en botellas.
Pero bajo las reglas del sistema capitalista que prevalece sobre la mayor parte del mundo, la función social de encender la bomba -proveer liquidez para que las cosas se muevan- está reservada a quienes han acumulado grandes reservas de dinero. La función misma de crear dinero, en primer lugar, está limitada por ley a instituciones con nivel mínimo de capitalización.
La expansión de la oferta monetaria, la creación del medio de liquidez mismo, proviene de los propietarios del dinero que lo prestan, acumulando más en el proceso. Y como esta clase se ha apropiado la función de financiar la producción, acumula aún más dinero mediante el control de los medios de producción – dinero que, a su vez, se convierte en la fuente de mayores ingresos por rentas, y así sucesivamente.
Reglas establecidas, en primer lugar, en interés de los propietarios de grandes reservas de dinero, por un Estado controlado por ellos, para reforzar su monopolio sobre el crédito y el control de los medios de producción. Para estar en posición de encender la bomba y poner las cosas en movimiento, tenés que ser un billonario o saber cómo adular billonarios. No hace falta decir que todos los billones poseídos por billonarios son ganancias de monopolios previos del crédito y del control de las condiciones bajo las que los trabajadores producen.
Paremos un momento a considerar la ineficiencia absoluta que este diseño impone a la sociedad, solo para permitir a los dueños del capital extraer plusvalía del resto de nosotros. Bien entendida, la función monetaria debería tener flujos horizontales, sin acumulación de capital. El hecho de que las acciones, de cualquier tamaño, son pre requisito para tener licencia de ejercer la función monetaria -convirtiendo así dicha función en una fuente de rentas para quienes poseen las acciones-, ese es el problema.
En esencia, la función de proveer liquidez y mantener las cosas moviéndose ha sido cercada -una función que por derecho debería organizarse horizontal y cooperativamente como un común social, sin más costo que el de administrar ceros y unos en una base de datos-. Y así como la clase que cercó las tierras comunes usaba su monopolio para extraer rentas de los que las trabajan (¡y aún lo hace!), la clase que ha cercado el dinero y crédito comunes nos extrae rentas a cada paso.
En 1649, en la Colina Saint George, Inglaterra, un grupo de campesinos sin tierra, autonombrados los Cavadores (Diggers), dijo a los terratenientes: “Sus reclamos sobre esta tierra se basan en el robo, y los declaramos nulos y vacíos”. Derribaron los cercados y comenzaron a cultivar la tierra. Es tiempo de que hagamos lo mismo con el dinero.
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Source: https://c4ss.org/content/60478
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