Birmania: El Ágora Accidental
Por Hein Htet Kyaw. Artículo original: Myanmar: The Accidental Agora publicado el 10 de Julio, 2025. Traducido por Walruunäut.
Por décadas, tanto el sistema económico como el político de Birmania fueron moldeados gravemente por regímenes totalitarios y un ejército poderoso. El sistema de cooperativas controladas por el Estado, que inició con la “Vía birmana al socialismo” en 1963, acabó pasando a la dictadura militar no ideológica en la década de 1990. Bajo el gobierno de la LND se produjo un breve período de desarrollo orientado al mercado (2015-2020). Sin embargo, el golpe de Estado de 2021 reimpuso un modelo económico de cooperativas estatales que recuerda a la época del BSPP, bajo la actual junta militar. Pero, incluso bajo la amenaza de sanciones severas, el mercado negro funcionó históricamente —y continúa haciéndolo— como una persistente forma de resistencia diaria por parte de la población general contra el modelo económico estatal.
Asediada por la guerra civil desde su independencia del colonialismo británico, Birmania experimentó un golpe militar en 1962, dirigido por Ne Win, quien estableció un Estado socialista unipartidista e inició la “Vía birmana al socialismo”. Esta ideología mezcló nacionalismo, cultura budista y marxismo, rechazando a la socialdemocracia y al capitalismo. El régimen del BSPP nacionalizó la educación y la salud, expulsó la ayuda internacional y obligó a las petroleras extranjeras a marcharse. Restricciones de viaje estrictas fueron impuestas a las naciones occidentales, mientras que las relaciones internacionales con otros Estados socialistas fueron reforzadas. Un amplio programa de nacionalización que empezó en 1963 trajo a las grandes industrias, e incluso pequeños negocios, bajo control estatal, afectando desproporcionadamente a las empresas de propiedad extranjera. También se nacionalizaron los periódicos y se prohibieron las publicaciones privadas.
En 1988, protestas generalizadas contra la “Vía birmana al socialismo” del BSPP demandaron una economía de mercado y un sistema democrático. Sin embargo, el ejército intervino: con el SLORC (en inglés, State Law and Order Restoration Council), la junta militar tomó el poder y desmanteló el BSPP, más tarde renombrándose como el SPDC (por sus siglas en inglés, Consejo de Estado para la Paz y el Desarrollo). Incluso abandonando el socialismo, el SLORC/SPDC mantuvo la estructura de Estado autoritaria, efectivamente continuando un régimen militar sin ideología clara hasta 2010. Dado que también fue sancionado por el oeste, el régimen del SPDC había hecho cumplir una prohibición en poseer monedas extranjeras como el USD, ordenando el uso de “certificados de cambio de divisas” con tipos de cambio dictados por los militares. Productos culturales extranjeros, incluyendo música, películas y libros, enfrentaron severas restricciones; por ejemplo, la película Rambo (2008) fue prohibida por su representación negativa del ejército birmano. La música tradicional de protesta (Thangyat) y artistas de hip-hop con consciencia social también fueron censurados, y los conciertos fueron monitoreados de cerca. Consecuentemente, los artistas y escritores recurrieron a distribuir su trabajo a través de canales del mercado negro, con pequeños vendedores callejeros vendiendo canciones y libros censurados ilícitamente. Los DVDs oficialmente licenciados fueron menos accesibles para las personas ordinarias, comparados con aquellos DVDs baratos vendidos a través de vendedores en puestos del mercado negro.
El acceso al internet era un lujo primariamente disfrutado por los ricos. La ordinaria clase trabajadora dependía de visitas a los cibercafés locales, a menudo plagados de conexiones poco fiables, para comunicarse con la familia en el extranjero mediante plataformas como VZO, Gtalk, Skype y MIRC. Las películas populares internacionales fueron descargadas por los pocos con acceso a internet, típicamente los dueños de los cibercafés, y luego copiadas en CDs, DVDs y cintas VHS ilegalmente. Estas copias piratas fueron vendidas por vendedores callejeros que se arriesgaban constantemente a ser arrestados por los funcionarios municipales. El gobierno usó la industria cinematográfica nacional como un vehículo para la propaganda, demandando la inclusión de slogans políticos al inicio de cada película oficial. Durante esos tiempos, los comediantes jugaron un rol crucial en cultivar la consciencia política en el público mediante sus humorosas críticas de las deficiencias del gobierno; estos espectáculos cómicos fueron grabados y difundidos a través del mercado negro, permitiendo un acceso generalizado mediante alquiler o compra. Incluso para los productos de alta gama, como ordenadores y accesorios informáticos, sólo unos pocos distribuidores autorizados ofrecían garantías. Sin embargo, numerosos vendedores locales ilícitamente importaron los mismos bienes a precios significativamente más bajos desde Tailandia y China, sobornando a funcionarios de fronteras. Estos vendedores usualmente mezclaban las existencias legítimas con productos contrabandeados para minimizar los impuestos pagados al régimen militar y maximizar las ganancias. Además, el sistema salarial predominantemente monetario hacía que el impuesto sobre las ganancias fuera prácticamente inexistente para la clase trabajadora. Durante ese periodo, el suministro de electricidad era muy limitado; los suburbios experimentaban apagones rotativos que provocaban un máximo de seis horas de electricidad al día y aproximadamente dieciocho horas sin ella. A pesar de la infraestructura de presas suficiente para la generación de energía, el régimen militar gobernante priorizó exportar electricidad generada localmente a China, quien se mantuvo como su principal socio comercial internacional dada su estrategia aislacionista y postura antiimperialista. La población tenía una imagen profundamente negativa de la dictadura militar, percibiéndola como ilegítima e indigna para gobernar. Consecuentemente, la evasión fiscal generalizada y la participación en actividades del mercado negro y gris se convirtieron en formas predominantes de resistencia y autopreservación económica. Entre 2010 y 2020, el panorama mundial atestiguó notables transformaciones en la economía, el acceso a la electricidad y el avance de las infraestructuras.
Sin embargo, Birmania experimentó un duro revés tras el golpe militar de 2021. Dirigidos por el deseo de reclamar su agencia, la población formó un movimiento de resistencia basado en los principios de la democracia y el federalismo. Además, algunos individuos han dado el importante paso de dimitir de sus cargos en el gobierno o en el sector público en apoyo del Movimiento de Desobediencia Civil. Desde entonces, el ascendente Consejo de Administración del Estado (CAE) ha manifestado su intención de restablecer el sistema de cooperativas estatales. Subsecuentemente al golpe, el régimen del CAE ha enaltecido restrictivas medidas, incluyendo apagones de internet a nivel nacional y acceso restringido a las redes sociales. El apoyo financiero a la revolución es parcialmente facilitado a través de tecnologías descentralizadas, incluyendo blockchain y criptomonedas. Los bienes pertenecientes a las personas que apoyaban los esfuerzos de resistencia del Movimiento de Desobediencia Civil (MDC) fueron confiscados. Asimismo, el arresto de cambistas de divisas extranjeras ha convertido en cuasi ilegal la posesión de divisas, una política que recuerda a la introducción previa del Certificado de Cambio de Divisas por el Consejo de Estado para la Paz y el Desarrollo (SPDC). El escenario, en toda su extensión, desencadenó un sentimiento de déjà vu o una nostalgia inoportuna, que recuerdan a las épocas del Partido del Programa Socialista Birmano (BSPP) y del Consejo Estatal de Paz y Desarrollo (SPDC).
La creciente prevalencia de las actividades del mercado negro y gris, evidenciada por los flujos de bienes clandestinos y el apoyo financiero siendo contrabandeado desde países vecinos como Tailandia, subraya una floreciente resistencia económica de base. Este movimiento, nacido de la necesidad práctica más que de una adaptación consciente de la filosofía agorista de Samuel Edward Konkin III, irónicamente encarna sus principios de forma tangible e impactante.
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Source: https://c4ss.org/content/60531
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